miércoles, 8 de julio de 2009

Unos días para el reencuentro y la emoción




Casi sin tiempo de aportar mis impresiones desde el regreso de Cheste -el trabajo es así, lo abandonas durante cuatro días y te espera con los brazos abiertos- resulta ineludible plasmar en este foro, que espero que todos toméis como vuestro, mis impresiones de este reencuentro.
Sí, tras tres largas décadas en las que mi vida, como la de cada cual, ha seguido fluyendo con las alegrías y sinsabores que la vida nos da a todos, regresé a Cheste. La entrada en el recinto no fue una explosión de sentimientos; quizá nuestra piel se haya endurecido en tantos años, pero las sensaciones fueron filtrándose a medida que pasaban las horas, a cada nuevo compañero que había que reconocer, a cada sentimiento reencontrado en esa papelera naranja, en esas adelfas floridas -y en los algarrobos-, en las conversaciones en las que las anécdotas salían a relucir produciendo una explosión de recuerdos en las neuronas.
Toda una experiencia. En estos días, tratando de explicar a mi mujer lo que supuso esa experiencia traumática y hermosa de llegar con apenas 11 años a otra galaxia, he aprendido a valorarla en su justa medida. Creo que en la mayoría de nosotros, de esos cuarentones con espíritu preadolescente que este fin de semana pululamos por los rincones de la Uni, anidan unos valores de los que nos empapamos en nuestros tres años de Cheste. Por eso, estos días de convivir con gentes a las que no veía desde hace 30 años, con las que aparentemente no tenía nada que ver, se ha traslucido esa hermandad y ese buen rollo de los que tienen mucho en común. Y eso que nos une no es Cheste, no es la formación o el estudio, no es la edad, es la experiencia que nos forjó más solidarios, más humanos, más críticos y libres. Así, no importa que entre nosotros haya distancia en el tiempo, el espacio o el modo de vida. No pasa nada porque unos trabajemos en una cosa y otros en otra diferente: ni yo ni mi mujer -y me atrevo a hablar por el resto de nosotros, incluidos los hijos- nos hemos sentido extraños junto al resto de compañeros, no solo del Cormorán, sino de los otros colegios. Porque todos somos hermanos de experiencias.
Para saberlo me está bastando la experiencia de convivir con vosotros de nuevo, la extrema generosidad de Don Leandro -se me hace muy duro tratarlo de usted, pues entre que se conserva mejor que nadie y su cercanía, estos días lo he tuteado-, y la lectura del libro de Francisco Omil que me está recuperando recuerdos aparcados en el fondo más oscuro del disco duro, mis certezas son más certeras que nunca: Cheste nos marcó con fuego algo que no podremos borrar nunca.
Gracias a todos por ayudarme a recuperarlo. Gracias a Almudí, a Alejo, a Almonte, a Puga, a Delso, Barbero, el Sai, Pedro Gil, Rafa, Bango, García Hernández, Fandos, los dos Ávilas -para mí el Mico y Torrico-, y a los que no pudísteis venir y que seguro ahora leeréis estas líneas con cierta envidia, como me sucedió en el anterior encuentro. Gracias a Don Leandro, por demostrarnos el cariño que solo las personas buenas y honestas pueden tener y trasmitir -cómo puede ser que aún guardase nuestro primer ejercicio-.
Y ahora qué. Quizá la explosión nos dure un par de meses en los que no pararemos de mandar mensajes, de contestarnos en el blog. Deberíamos tratar de ir más allá y se me ocurren varias ideas:
  1. La primera, para quien aún no lo haya hecho, es asociarse a la asociación de antiguos alumnos http://www.laboraldecheste.com/ con lo que conseguiremos hacerla fuerte y aportarle ideas y trabajo para que cada vez los encuentros sean mejores.
  2. La segunda, que los que estemos más cerca quedemos entre nosotros más amenudo para comer y compartir recuerdos. Yo me pongo de tarea quedar en Zaragoza con Blas, con Pedro, con Almudí, y ver si podemos atraer a Delso y algún soriano más, a Fandos y algún turolense más. Los demás, haced lo mismo y nos lo contáis en el blog.
  3. La tercera es ayudarme a que no haya una semana sin entrada nueva en este blog, mandando a mi correo lo que queráis publicar, con fotos, videos, etc... No nos quedemos en el recuerdo, contémonos nuestras pequeñas cosas, cómo va nuestro trabajo, si ha nacido un hijo, si cambiamos de casa, mostremos nuestro pueblo o ciudad, nuestro lugar de trabajo... Ya sé que todos vamos de cráneo con la vida, pero no podemos dejar languidecer el espíritu. Hay tiempo para todo.
  4. La cuarta sería recoger el guante que nos lanzó Don Leandro. Puede haber una quedada más restringida, de gentes del Cormorán o de gentes de nuestra generación. Solo hay que planteárselo.
Y como por hoy ya es bastante, espero vuestras ideas. Un abrazo de Santiago Cabello (no recuerdo tener mote en Cheste, ¿alguien se acuerda si me llamábais de algún modo?)

sábado, 4 de julio de 2009

Desde Cheste

Cheste es la palabra mágica que nos va a animar a desatascar nuestro blog. Escribo esta nueva entrada desde Cheste, el día antes de partir hacia casa desde el reencuentro de amigos y sensaciones que este IV Encuentro de antiguos Alumnos ha supuesto. A partir de ya comenzaremos a dar contenido al blog con la ayuda de todos vosotros.
Un abrazo.